Mis querid@s amig@s hace mucho
tiempo no me comunico con vosotros, perdonar mi silencio. Mi querídisima amiga
Pilar me ha animado a escribir de nuevo en el blog, a ver si esta vez consigo
ser más constante.
De mi os cuento que sigo contenta
y feliz aquí en Poipet, ya aterrizando en esta realidad que no es nada fácil.
Aunque no es mucho el trabajo que puedo hacer debido al bendito idioma que como
ya sabéis porque os lo he contado mil veces (perdón por la repetición) es
tremendamente difícil. Llevo cuatro meses y medio aquí y todavía no puedo leer,
bueno ni siquiera he terminado de aprender todo el alfabeto y la combinación de
las letras. Dicen que aquí los niños tardan tres años en aprender a leer y a
escribir. He aprendido algunas expresiones, los números…. También es verdad que
mis clases con el monje eran un poco caóticas, pues aunque seguíamos una
cartilla (que es la que usan los niños en la escuela para aprender a leer) el
monje además me enseñaba algunas expresiones, pero sin mucho orden ni
concierto. Lo digo en pasado porque ya he terminado las clases con él. Primero
porque él últimamente estaba muy informal y muchos días llegaba a la Pagoda y
él no estaba. Cada día era una sorpresa, no sabía nunca si iba a tener clase o
no. Esto la verdad es que a mí me tenía un poco harta. El colmo fue que hace quince días como siempre
me fui para mi clase y él se había a otra ciudad sin avisarme, luego me llamó y
me dijo que iba a estar fuera 15 días.
Así que ya decidí acabar con las clases. Además porque a finales de este mes me
marcho a Phonm Pehn (la capital) a estudiar khmer en la universidad. Es un
curso de un año que cada trimestre dura tres meses, después de los cuales tengo
una semana de vacaciones que aprovecharé para venirme a Poipet y pasar esos
días con la comunidad. Así que como veis otro nuevo reto a afrontar. Me voy
contenta porque siento que aprender el idioma y aprenderlo bien es fundamental
para poder compartir la vida con este pueblo camboyano. Aunque yo sigo
estudiando por mi cuenta, cada día me siento al menos dos horas a repetir todo
lo que el monje me ha enseñado.
El jueves también terminé con mis
clases de inglés con las chicas del internado, porque aunque no me voy hasta
dentro de quince días vimos mejor que el nuevo profesor (que es otro monje de
la Pagoda) empezara antes del nuevo año khmer que es en Abril, a dar sus clases
para ver como resulta. La verdad es que me ha dado mucha pena, pues las chicas
ya se habían hecho al ritmo de las clases y yo ya me había hecho a los tres
grupos. Aunque algunos días era un dolor de cabeza preparar las clases, sobre
todo con las dos más pequeñas tenían que buscar mil actividades distintas para
que no se aburrieran en clase, me lo pasaba bien con ellas en clase. Yo las
enseñaba inglés ellas me enseñaban khmer. La verdad que en este tiempo he
aprendido muchísimas cosas con ellas y con las clases, tanto en la preparación
de las clases, como impartirlas. Para mí ha sido un regalo el compartir mi
tiempo con ellas. Aunque había días que me hubiera gustado mandarlas a paseo,
pues son adolescentes entre 14 y 17 años, así que os podéis imaginar. Pero
bueno lo cierto es que al final la experiencia para mí ha sido muy positiva. El
jueves tuvimos una pequeña fiestecita, con unos refrescos y un tipo de
magdalena que hacen aquí que es muy rico y a ellas les encanta. Me cantaron una
canción e incluso alguna me escribió una tarjetita dándome las gracias por las
clases, con un adorno para el pelo, otra me regaló una pulsera. Aunque son muy
trastos la verdad es que son encantadoras y se las coge cariño con mucha
facilidad.
Así que ahora que voy a tener más
tiempo, dedicaré más tiempo a estudiar khmer, y además he empezado a darle un
repaso al inglés para que este no se me oxide.
Os sigo contando un poco nuestra
vida por acá. En Enero nos llegó una voluntaria coreana para estar con nosotras
unos meses. Ella ya había pasado bastante tiempo trabajando con las hermanas.
Es enfermera y es una bellísima persona. Tiene cáncer desde hace bastante
tiempo, después de operarla se le volvió a reproducir. Ella no quiso recibir
quimio. Y decidió que el tiempo que pudiera quería seguir dedicando su vida a
los más pobres. Trabaja para una ONG coreana que nos ayuda mucho. Cuando vino
en Enero el médico le había dicho que la enfermedad estaba estable, por eso
ella decidió venirse, pero por desgracia solo ha podido estar con nosotras mes
y medio, pues empezó a ponerse mal y tuvo que marcharse de nuevo a Corea. Yo
fui con otra hermana a despedirla al aeropuerto y la verdad es que me dio mucha
pena. Cuando llegó a Corea tuvo que ser intervenida, parece que ahora está
mejor. Jansu que es así como se llama es un encanto de persona, siempre
sonriente, nunca en el tiempo que ha estado aquí la he visto quejarse, siempre
dispuesta a ayudar. Ella no es creyente, pero os aseguro que para mí y para el
resto de las hermanas ha sido y es un testimonio precioso de entrega gratuita
de la vida. Aquí os mando una foto de la despedida que el hicieron los jovenes.
Y ahora ya todo el mundo
esperando y preparándose para el nuevo año khmer, que aquí es muy importante,
tanto es así que hay 15 días de vacaciones. Ya os contaré.
Ah se me olvidaba contaros que
tenemos nuevo miembro en la comunidad, es preciosa pero muy muy traviesa, yo la
llamo brujita. Ahora tenemos que tener cuidado con nuestros zapatos pues los
muerde. Y en cuanto nos ve salir corre detrás de nosotras, se mete entre las
piernas. Nuestro otro perro está feliz con ella.
Bueno y creo que nada más, madre
mía la verdad es que si que me voy a tener que animar a escribir más a menudo, porque si no me sale
la introducción de un libro cada vez que escribo.
Sólo deciros que estoy feliz
aquí, pero aún así os añoro y echo de menos.
Recibid todos un fuertísimo
abrazo. Os quiere Yoly